Amor por la naturaleza
Era un día de primavera en el que Héctor
se disponía a ir a cazar al monte como solía hacer cada fin de semana. Héctor
era un hombre de mediana edad que le encantaba estar en el monte, pasaba allí
las horas muertas. Pero ese día no fue igual que el resto, le paso algo
especial. Iba caminando para encontrar algo de caza, cuando de repente escucho
unos ruidos extraños, como si alguien o algo estuviera llorando, se acercó
lentamente a ver qué eran esos ruidos, su sorpresa fue que se trataba de unos
rayones (son los hijos de las jabalinas) los observó y comprobó que estaban
hambrientos, no habían mamado desde hace un par de días por lo menos, esto
significaba que no tenían mamá. Héctor para no equivocarse estuvo observándolos
unos días para ver si era cierto que no tenían mamá. Al cuarto día que subió al
monte ya decidido a cogerlos para sacarlos adelante con un biberón y leche
artificial, se llevó una sorpresa todavía mayor que la anterior, notó que ya no
estaban tan hambrientos y ya no lloraban de hambre, alguien les estaba
amamantando. Efectivamente así era, se asomó por allí una perrita pequeñita de
color marrón, la cual estaba alimentando y protegiendo a los rayones. Héctor al
ver aquella escena decidió no cogerlos porque iban a estar mejor cuidados por
esa perrita. Aun así Héctor siguió subiendo unos días para comprobar que todo
iba bien. Aquel día la naturaleza le demostró que aunque alguien no sea de tu
mismo color, raza o especie puedes ayudarle igualmente a sobrevivir. Héctor muy
contento de aquella experiencia que había vivido, años más tarde contaba la
escena orgulloso a sus hijos para que ellos tratasen de hacer lo mismo con
personas y animales.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
FIN
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